Esta semana no se escala.

Que agobio, te levantas una mañana y ¡zass! tienes la espalada hecha polvo, me refiero más por que antes también la tenía como un riachuelo, vamos hecha un cromo.
Haber¡ que tengo en el botiquín a mira, esto es calmante, para dentro, “algo calmará” Al día siguiente más de lo mismo, sigues con un dolor que te atraviesa la espalda. Al final tu esperanza es el fisio; lo llamas y a esperar. Tú que el domingo te sentases a ver la tele y puff, mejor me levanto, ¡para lo que hay!, te sientas en el ordenta, miras esto, miras lo otro, entras en algún periódico, muertes aquí, muertes allí, unos contra otros, crispación en no sé donde, que eso traducido es que se están dando de piñas en algún lado.


Total que viendo el panorama acabas en la agenda organizando la semana, el lunes voy para este sitio a escalar un rato, lo tengo conocidísimo pero bueno es lo que hay. El martes toca en casa de la colega que tiene presas en la pared, el miércoles visita a localizar unas viejas vías, haber si aún están para escalar… y el lunes adiós a la agenda. Ahora te das cuenta de que tienes más tiempo, para ordenar no se que, para ir a casa de algún amigo que hace tiempo que no vas, o proclamarte chef del año en la cocina de tu casa y en lo primero que piensas es en, joder, no voy a poder ir a escalar.

Curioso nop, será el aire, serán los amigos, será el despeje... que será.