viernes, 29 de enero de 2010

Botas de vivac

Cada mente es un mundo y cada mundo un universo, aunque muchas veces se coincida en lo esencial todos tenemos una forma de ver la montaña.

Unos viven su pasión en largas caminatas, otros simplemente sintiendo el aire en su cara, algunos prefieren subir por senderos verticales ayudados por extraños aparatos.

Navegar por las paredes recalando en muelles de hierro donde amarrar momentáneamente el barco de nuestro sudor o nuestro deseo.

Nadadores de roca.

Algunos la entienden como una evasión. Un mundo aparte y paralelo con sus propias reglas, oasis donde asesinar el tedio que cada día absorbe más y más, llegando incluso a tergiversar los papeles.

Lo que antes era irreal se vuelve tangible en nuestra cabeza y lo real cada vez se aleja más de nuestros pensamientos perfectamente montado, muchas veces como si de un mecano se tratase.

Los supuestos teóricos son fabulosos por la exactitud de los datos ¡tanta fuerza se ejerce aquí o allí dan como resultado esto o aquello! Simples esbozos de lo que la realidad nos puede dar.

Buscar la paz interior en una brizna de aire, calzarse las botas de vivac para sentirse vivo, para demostrarnos a nosotros mismo simplemente que somos y que estamos, que vivimos. Sentir los latidos del corazón retumbar en las paredes cercana las cuales sirven de gran amplificador. Sensación agradable y reconfortante que a veces se nos escapa entre las manos.

Duchas verticales sin motivo alguno, sin aparente cordura, hechos aislados, quizás momentos de locura en bañeras colgantes.

Entender la escalada como se entiende la vida.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Te llevo el patito cogido por la cola