LEYENDA EN PARALELO

Le dijeron que aquella reunión, la última de todas, era casi perfecta, que si acaso aquel muchacho, pondría más cacharros para hacerla infalible. Una pared desconocida, por una vía que no había tocado nunca y a medida que ascendía se sentía segura, fisura protegible, de esas en la que parecía sonar la música al introducir un cacharro, aunque fuera el triple cero.

Subía sin dudas, con la certeza de tener el material necesario para aquel inmenso muro, y montaba sus reuniones con el empeño de cuidar la seguridad del compañero, la de ambos, pero pasó el tiempo y en el siguiente tramo todo aquello que se había creado, la pasión por el magnesio, la motivación, la ilusión, la confianza, empezaba a desmoronarse a medida que el largo se acercaba a la tan sonada reunión, hallaba piedras desencajadas, muchos bloques sueltos empezaron a sonar tras los días y ella no podía creer que aquello que empezó con tanto afán se torciera de aquella forma.

Los pasos se hicieron costosos, y no veía la artimaña adecuada para sobreponerse de aquella decepción, de aquel engaño. La pared no era tan hermosa como le habían dicho, sin embargo, se detuvo y afrontó el paso con el corazón encogido, los dedos doloridos y el cuerpo temblando, después de dudar y hacer movimientos arriesgados encontró el momento para describir la situación y entonces suspiró, pero la templanza duró poco cuando ante sus ojos no encontró los cáncamos prometidos, ni siquiera los agujeros divisó, no había forma de que él pudiera reforzar la reunión, habían perdido todo el material y sólo veía unas manos manchadas de magnesio sin sentido.

 

Tortuga.