martes, 1 de octubre de 2013

Salathé, ¡ Qué tiempos aquellos!

 

 Salathé En estos tiempos extraños donde la crítica fácil se convierte rápidamente en moneda de cambio, donde muchos solo valoran lo que tienen delante de sus ojos, queremos recordar a una persona “peculiar”.

John Salathé, nacido en Suiza allá por el año 1899 y tiene tras de sí una de las historias más particulares del mundo de la escalada.

Siendo aprendiz de herrero abandonó su casa a la edad de veinte años, tiempo después ya casado terminó recalando en Estados Unidos donde fundó la marca “Península Trabajos de Hierro Forjado”. Durante 30 años se dedicó a fabricar estufas, puertas de hierro forjado y demás.

Hasta aquí todo normal, pero claro, esto llegaba a su fin. Después de caer enfermo, al parecer tuvo una “aparición” la cual le reveló que todos sus males eran por la ingesta de carne, así que él ni corto ni perezoso se hizo vegetariano. Esta no sería la última vez que estas apariciones marcaran su vida.

Salathe and Chouinard

Por consejo de su médico se muda a una zona de aire más fresco (Toulumne Meadows) y por casualidad topa allí con el Sierra Club, donde se siente rápidamente atraído por todas sus actividades al aire libre. Una de las anécdotas más curiosas fue su primera salida a escalar con este club, allá por el año 45. Después de que el escalador de cabeza Robin Hansen escalara un difícil y expuesto largo e instalara reunión, gritó a Salathé para que escalara en libre, pero John entendió escalar sin cuerda, así que uno se puede imaginar la cara de Hansen cuando lo vió llegar desencordado.

Salathé aprendió rápido las nociones básicas de escalada, pero debido a su edad, que le impedía ser tan ágil como los jóvenes, se obsesionó por todos los detalles técnicos relacionados con la escalada artificial. El no tenía que ver con las cuestiones filosóficas en cuanto al uso de ayudas para ascender una pared, solo quería escalar y veía que el “artificial dominaría Yosemite los siguientes años. Eran otros tiempos

Gracias a su buen ojo, rápidamente se dio cuenta  de que los clavos usados hasta la fecha no eran los más adecuados para las fisuras yosemíticas. El acero trabajaba bien en fisuras perfectas, pero en el resto de fisuras entrevesadas, muy finas, ciegas, torcidas, etc. no eran de lo mejor, necesitaba clavos más resistentes, más finos y con un mayor índice de reutilización, así que se aventuró a diseñar sus propios modelos de aleación de acero carbónico con vanadio, todo esto según cuenta la leyenda y el Boletín del Sierra Club. John pasaría infinidad de horas colgando de los estribos para poder subir por fisuras imposibles de hacer en libre, convirtiéndose en un virtuoso de esta modalidad de escalada teniendo además fama de temerario, de echo cuentan por ahí, que en alguna vía sus compañeros de cordada se intercambiaban para asegurarlo porque no querían estar lidiando con la cuerda cuando el viejo Salathé callera.

Lost Arrow, la flecha perdida es una aguja de granito liso donde este viejo artificiero desarrolló todo su potencial en fisuras diminutas además de contar con una historia apasionante que bueno no cabe en este post.

Con el tiempo fue acumulando horas y horas de escalada y varias primeras desarrollando además material para la escalada artificial. Famoso es el sello de sus productos, un diamante que hoy día es el que aparece en los productos Black Diamond.

Pitones del maestro.

Después de su última ascensión importante, la cara norte del Sentinel, vivió varios episodios que darían para escribir una o dos novelas.

En el 58 realizó su última gran escalada, el Cervino, para luego regalar todo su material pasando una temporada en Europa, se supone que cerca del líder de una secta que frecuentaba, volviendo unos años más tarde a Estados Unidos donde vagabundeó durante dos décadas casi.

Sus últimos años de vida los pasó en distintos asilos californianos muriendo en agosto del 72.

Unos pocos párrafos para ver el destello de una vida extravagante, extraña y rica e interesante en historias. Esto no es sino el croquis de su intensa biografía.

Un pequeño homenaje para alguien muy particular. Un loco, un enfermo, un visionario, alguien con voluntad de hierro.

Simplemente un recuerdo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen artículo, no conocía a este "personaje" y la verdad que con su vida se prodría escribir un novela...al final la realidad siempre supera a la ficción.

Anónimo dijo...

Esto es solo la superficie de todo lo que hay debajo.
Mítica es la historia de Last Arrow, siendo considerado el padre de la escalada en grandes paredes revoluciono todo el asunto con sus clavos que gracias a su dereza se podían volver a utilizar. Sus ganchos y peldaños, etc.
Forjo una época donde muchas cosas empezaban.

Shinga

Anónimo dijo...

Muy bien Don R.!!!!