Las fiestas terminan y el año comienza, las cosas vuelven a su cauce y nosotros a lo nuestro, aunque también es verdad, que unos más que otros.
Excursión al Roque de Enmedio. Aparcamos, caminamos un poco y llegamos justo al filo donde queríamos hacer unas mejoras.
Lluvia, amigable discusión para ver dónde son mejor los cambios, más lluvia, más discusión. Total que a rapelar, que si el rápel queda alto, que si no, que sí otra vez, y vuelta al no. Total que nos hacemos un tabaquito.
Con unas vistas de lujo oteamos el horizonte, visualizamos el trayecto hacia el pie de vía de una de las líneas más conocidas de la zona.
¿Otro tabaco? Nooo… mejor un polvorón.
Hacia el final de “ Los Dragos”
Resumiendo que bajamos por la cresta en un paseo de bonitas vistas. Llegando al final de la vía de Los Dragos que también es el rápel del Roque. Visita a una vieja reunión para fotografiarla y volver otro día con ánimo de cambiarla. Nos vuelve a llover así que zumbando a “Los Dragos” y claro, ni nos acordamos de la foto.
El viejo truco del esparadrapo cuando el mosquetón no es de seguridad | Mimetización total. Lo verde es el agujero |
El taladro, la sika, el soplador ¡corre que se endurece! ¡Mira a ver la inclinación! ¡Cuidado no me manches! ¡Coño no me soples a mí! ¡Ya me manchaste! Y como no, vuelve a llover. Aprovechando los mosquetones que algún conocido dejó la última vez rapelamos hasta la siguiente reunión y allí pues básicamente lo mismo, que si taladro, que si quita la ferralla vieja, que si tapa el agujero y mimetízalo para que no se vea.
¿Oye y este spit parece nuevo que hacemos? Déjalo para colgar la mochila, ¿Y si viene alguien y lo usa como reunión? Mira si alguien llega hasta aquí y usa el spit en vez de los parabolt pues es su problema no se puede estar encima de todo el mundo. Así que nada vamos para abajo que va a empezar a llover otra vez.
Pues dicho y hecho, llegamos al suelo y vuelve a llover, así que zumbando para la carretera que los zapatos son nuevos y se manchan de barro. Gracias a dios se consigue llegar a la parada de guaguas con los zapatos limpios y se procede a degustar una suculenta tortilla tamaño llavero.
¡Puf! ¿Y ahora? Nada a dedo hasta el coche. Y gracias a que paro uno, lo malo es que era grande y verde y no era un pepino, sino la guagua. Eso sí, después de explicarle lo bonito de la escalada y la importancia de cambiar el material obsoleto el buen hombre nos respondió con un lacónico 1,25 vale el billete, si no a caminar y claro, a ciertas edades el frio, el agua y el tortillón en el estómago pues no le sienta bien eso de los andares, aunque a decir verdad, fue bastante amable pues nos dejó en el mirador. Organizar un poco el material y para casa.
Pensando en lo que queda por hacer, para ver cuál es su mejor ubicación y como dice una canción de Parálisis Permanente “finalizar lo comenzado”.
¡Para que ninguno,
ni hombre ni dios,
nos llame partidos
como luna y sol;
para que ni roca
ni viento errador,
ni río con vado
ni árbol sombreador,
aprendan y digan
mentira o error
del Sur y del Norte,
del uno y del dos!
3 comentarios:
Buen trabajo!! pero devuélvanme mis mosquetones.jajajaja.
En serio, hay muchos escaladores pero pocos tan comprometidos como los Tortugas.
J.L.
Que buen descuelgue, doble U. Me parece muy seguro cuando la roca es mala. En granito ponemos una sola, pero tenemos que intercalar doble argolla porque la gente hace top-rope y las desgasta. Se pueden cambiar las argollas pero la U desgastada hay que cortarla. Como ya ha pasado. Saludos!
Gracias por tu aportación, lo tendremos en cuenta para otras ocasiones.
Un saludo.
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