La idea era sencilla, subir al Figueroa, hacer la vía del Diedro para luego volver a ponernos en marcha hacia Guajara y escalar alguna otra cosa allí, además si daba tiempo, pues repetir, pero en la Catedral.
Cinco de la mañana, aparcando donde siempre y ya el último de los integrantes nos esperaba sentando en el capó de su coche. Nos cargamos de cosas útiles e inútiles y a caminar.
Jadeando unos y alegres otros, alcanzamos el borde justo donde vislumbramos el Figueroa ¡por fin! Comer, fumar, cambiarse y acabar de despertarse.
La vía del Diedro transcurre por un elegante trazado típico en este Torreón. Se arranca a la derecha del vivac principal. Navegando entre fisuras, travesías, bloques y por supuesto el diedro final.
En su trazado encontramos algunos clavos antiguos, spits e incluso un parabolt que se ve, a ha sido a posteriori.
Una vez bajamos el canal nos preparamos justo debajo de donde va a empezar el tenderete.
Cacharros, fisureros, cintajos y demás parafernalia lista, así que pa´rriba.
Sorteamos bloques, montamos reus, hacemos el pasito gracioso ese del coleóptero que algún@ se empeñó en hacerlo más difícil, ¡oh un parabolt! Pues Reunión y a seguir navegando, pata pa´qui, pata pa´llá, lápices y diedros y claro lo habitual, ¡esto no lo toques! ¡Al loro con lo otro que se cae! ¡No pongas el pie aquí! Y la puta mochila que se atasca, otro clásico.
¿Cumbre? Coño, que bueno. Je je je .
Una vez rapelado el Torreón, pues nuevamente al sendero, toca caminar hacia el próximo destino. La primera parte algo rara, aunque una vez nos adentramos en el asunto la cosa fue mejorando en cuanto a terreno se refiere y empeorando en cuanto a calor. Un par de horas más tarde vislumbramos las paredes de Guajara en todo su esplendor.
Aquí, una vía que al principio no teníamos clara qué era y que luego una vez observada el asunto con detenimiento, llegamos a la conclusión que era La Normal, nos saludó y nos acogió.
Sol, pateo, más sol y más pateo.
o ¿Qué tal?
o Las vistas muy guapas, pero mis rodillas pidiendo agua por señas. ¡Guajara por fin!
o ¿Qué desnivel acumulado?
o Eh, qué, si yo bien gracias, quieres una barrita Antonio.
Listos nuevamente para afrontar Guajara, una vía sencilla por lo que parece así que volvemos con nuestra navegación por la pared donde quitando algún pasito raro y controlando mínimamente este tipo de escalada en tres largos se llega a cumbre. Tocamos la horizontal justo cuando el sol se marcha y la luna por eso que dicen que ya es mayor la dejan salir de noche.
o ¿Tú tienes frontal?
o Si abajo,
o ah ¿y Tú? Sí, pero no tengo pilas,
o ¿Dónde las tienes?
o En casa en una gavetita.
o Ah cojonudo.
o Oye, ¿aquí no había un libro de cumbre a algo parecido o ya se lo levantaron como de costumbre?
o ¡Coño David! ¿Y esa fiambrera, qué trajiste? ¿tarta?
¿Firmaron? pues, para abajo.
El resto es caminar en la oscuridad alumbrado por la luz de los frontales hasta llegar al piche. Bajo un cielo cuajado de luces, que no iluminan pero alegran y entretienen.
o ¿Ves?
o Ni un carajo,
o claro si hubieses traído pilas, ¿Qué les pareció?
o Yo lo creía más duro,
o pues yo estoy destrozada
o ehh!! si nos da tiempo hacemos La Catedral
o Mi mujer me mata que salí a las cuatro de la mañana de casa.
o Eh ¿Qué buscas?
o Mis rodillas.
Unas 19 horas más tarde y un desnivel acumulado de no sé cuánto estábamos sentados al lado del coche, mirando las mochilas, y absortos en lo que habíamos hecho y lo queda por venir. Es lo que tienen estas cosas.
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