domingo, 2 de marzo de 2008

Entre Francia y Andorra

Llega como un misterio escondido que se hace revelador frente a la blancura de sus cumbres, tropiezo con los sueños de llegar a la cima arrastrando un corazón que bombea rítmicamente de forma desconocida y no hay letargo para unos dedos que se tensan unos contra otros como cuando ando a pie de vía.
Los ojos se desplazan inquietos e imagino unos pies con crampones que se apuntalan en la dura cascada blanca, mientras el silencio de la lejanía devora mis sienes que se vuelven aún más sensibles frente a este frío que casi puedo morder.
Los picos y crestas me envuelven como para abrazarme, no sé si para retenerme o para darme la bienvenida, pero no ando provista de ilusiones alcanzables así que me quedo observando sus chimeneas, diestros y pasillos en solitario silencio.
Sin quererlo vuelvo a observarme allá a lo lejos como un pequeño punto que mis pupilas desplazan en travesía por una fisura en diagonal. Aumenta de pronto la imagen, mi iris se transforma en un zoom y estoy tan cerca que mi vaho tropieza contra la negra roca, al mismo tiempo que escalo puedo verme desde la reunión cómo busco la grieta para meter el anclaje y detengo una caída que se cruza por mi rostro, puedo evitarla desde aquí, desde la distancia que anda en conflicto contra la contradicción de los sentimientos.
He de regresar con mi logística de palabras e imágenes para continuar con mis trepes a pequeña escala y quedarme en el campamento base de una isla a la que añoro con nostalgia.

Siempre volver.

Tortuga

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bienvenida!! ya te echamos de menos. Con muchas ganas de que nos cuentes tus andaduras por esas lejanas y hermosas tierras al pie de alguna vía, me alegro un montón que ya estés por aquí y espero que te lo hayas pasado muy bien. un Abrazo, de un colgado. :)

Tortuga dijo...

Bienaventurados los que alcanzan a ver grandes picos, hermosas paredes, blancas extensiones. Bienaventurados los que viajan porque ellos llevan el espiritu de los que en casa se quedan.

Tortuga dijo...

Muy bonito, hay que leerlo despacito, pausadamente.