miércoles, 15 de octubre de 2008

Fisura...umm, ay...

Se desliza la roca por mis brazos mientras busco el lugar apropiado para encajar el puño, tal vez una mano ahuecada, tal vez un empotre de pies para llegar al siguiente estrechamiento. Los músculos se tensan y se aruña la piel de unas manos que se vuelcan en encontrar el relieve de una fisura que parece cómoda y no lo es tanto, me esfuerzo en hallar la solución a ese paralelo de roca que tienta a mi vista elevándose como hiedra volcánica. Uf, qué dolor, pero no comparable a otras cosas. No llevo guantes y se nota la diferencia, aquí la piel se separa de mi cuerpo, lo sé, la dejo escapar, quiero sentir y palpar su salvaje mundo de incrustaciones y sorpresas.

Estoy en la base, la observo y tiene fin, pero puedo llevarla más lejos, duplicarla y duplicarla y sentirme a lo lejos con mi yo en la altura, tocando sus rugosidades interiores, conociéndonos mutuamente, despotricando de ella y alabándola al mismo tiempo, quejándome de mi misma y sonriendo al vacío.

Aún me quedan “grandes” muchas fisuras, soy novata, pero me atrapa todo lo que ella implica, tocándome la oreja para hablarme de viajes, de aproximaciones lejanas, de risas con eco por las alturas…

Buscaré la manera de moldear mi cuerpo a su línea y encajar en ella las contradicciones, el miedo, los sueños, la alegría de vivir, las ilusiones, el riesgo, el vacío.

Tortuga.

2 comentarios:

Chinita dijo...

Bonitas...las fisura, estas que muestras al final son las del futuro/presente (la mano del corazón)
¿son tuyas?

Anónimo dijo...

No es mi mano, pero pal caso es lo mismo, todos andamos con nuestras propias fisuras trabajando por ellas.
Un beso chinita