De manos…

La mañana se presentaba gris, el día visto a través de un café mostraba un sinfín de tonalidades todas cercanas a la noche. Apurando un tabaco empezó a llegar el resto de la expedición. Así una vez avituallados partimos hacia el objetivo de hoy, simplemente una preciosa fisura, no cualquiera sino una de esas de rojos y amarillos.

Algunos ansiaban tenderete otros arqueaban la espalda buscando un dolor que se alejaba momentáneamente, mientras el resto preparaba los aparejos para acariciar aquella cicatriz.

Al fin llego mi turno, para calentar una salida que te deja en el balconcito donde respirar y volver a echarle un vistazo al cinto que como siempre tenía exceso de peso,  luego todo es cuestión de empotrar. Cada vez que paraba escuchaba los gritos que desde la base indicaban tal o cual cacharro y sino describían un sinfín de posiciones de manos y pies, algunas realmente acrobáticas. Cerca del final compruebo que un gris me repudia abriéndose como si quisiese volar, yo ni caso, no tengo ni ganas ni fuerza para destrepar a colocarlo según mandan los cánones simplemente pienso para mí ¡mala suerte! Justo en la última parte se empiezan a oír los gritos de ¡Momo!¡Momo! La mirada pasea por el arnés tropezando con un precioso violeta impoluto casi sin estrenar, ya lo imagino dentro cerrado a la perfección, engranajes de futuro en un corte de siglos. Habrá que apurar un poco más, pero la fisura que se ensancha encima de mi cabeza y el reflejo del violeta en los mosquetes toman la decisión y si a mitad de camino surge el miedo pues se empotra y santas pascuas.

Así salimos a la reunión para más tarde reírnos  con los amigos a base de barritas y M&M.

En medio de todo esto el mutante jadeaba al tiempo que comentaba que las chapas de las vías deportivas reequipadas las habían desplazado demasiado.

Aún el día no había terminado, todavía quedaban yoyos, intentos de liberaciones con el Sr Damián de protagonista  y deportivas por parte del mutante de una muy bella factura.