Y nos dimos un salto a la isla de enfrente, un fin de semana de esos que se dicen para aprovecharlo y como no podía ser menos pa’ Ayacata nos fuimos, deseosos de volver a encontrarnos con sus paredes y deslizarnos por su entorno.
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La primera que cayó fue la vía del Pino, recomendada por nuestro acompañante canarión que se ofreció a descubrirnos algunas de las líneas que se alzan. Vía ésta que se deja querer, así como su hermoso pino que abracé a manos anchas. Curiosa su línea y algo sobre equipada en algunos largos ya que en su momento fue abierta en artifo; puedes encontrarte de todo, clavos, spit, buriles e incluso una estaca de madera en su cuarto largo, en algunos espaciados y otros, pues a como se abría antiguamente. Destacan sus cuevas, el moldeado de sus paredes, buenas repisas donde echarse el bocadillo, alguna fisurita y el Gran Pino que se alza entre rocas para darnos sombra.
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De la siguiente vía ya había oído hablar de ella, así que, hacia La Boquete, nos adentramos, vía especialmente curiosa en cuanto a su tercer largo ya que entras por un “boquete” y sales por otro agujero en el que hay que quitarse la mochila por su estrechez, en mi caso escurrida de cabeza y mirando el patio que se aproxima, jeje,
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Se agradeció la sombrita que nos ofreció esta cueva. Vía con los tres primeros largos más apretaditos, pero buenos de proteger. Una más para tu colección “Sr Valee”. Y como aún nos quedaba tiempo después de echarnos unas risas y charla en la Asociación de Vecinos con Juan y Gerar, nos metimos para acabar en el sector la librería, haciendo La Queen vía de tres largos con una travesía algo rota y una R fantasma jeje ¿eh David?, y así se acabó el día, cenita rica, con hidratos de carbono y ducha mirando el pedazo de luna que nos acompañó en estos días. Algunos al raso peligrando con cocodrilos y otros en la furgo al zumbido de la nevera.
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Ya casi pisándonos las prisas de saber que en la tarde había que coger el barco, nos metimos en la vía Orión, con un solo paso de 6b en su entrada y que en frío cuesta entrarle, pero que Miguelón una vez superado aprovechó sus tramos de fisura para ir metiendo cacharros que vas hallando a lo largo de toda la vía. El último largo lo hicimos con variante por el techo que desde que sales de la R vas empotrando manos tocando algo la placa, pero en su mayoría y hasta el techo vas sacando partido a la babaresa, a los empotres y disfrutando de lo lindo por toda ella. Bajada más o menos cómoda, gracias a que David conocía el descenso.
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Todas las vías recomendables, pero yo me quedo con el tercer largo de la Orión, jajaja.
No podíamos pedir más a un corto fin de semana, almuerzo en la Tasquita, y dirección Agaete. Hasta la próxima “Trico” gracias por estar cerca y compartir tu ilusión ¡al golpito, al golpito!
¡¡Desconexión total!! ¡¡Ayacata men!! ¿o woman? Jiji.
- - ¡A las siete! qué temprano!
- - Venga para aprovechar el día y que no nos coja el sol en los primeros largos
- - Bueno, valeeeeee,… a las siete, bueno ¿nos despiertas tú?
- - Si claro, a esa hora estoy más que despierto
- (tic-tac, tic-tac, zzzzhhhhh, zzzzhhhh)
- - ¿Qué hora es? Ya deben ser más de las siete, ¿será posible?
- ¡¡Son las ocho!! vete a despertarlo…
y alguien babeaba aún en el saco.
Tortuga.
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