El Parque Nacional es siempre terreno ideal para todo, aventura, escalada, paseo o simplemente para quedarse embobado viendo sus Roques y cómo la luz del atardecer hace mella en ellos de una forma u otra. Colores que se desgranan al ritmo del tintineo de cacharros y fisureros.
Al fresco de la tarde y caminando por el sendero queda a la espalda el viento, el tacto frío de roca y bonitas líneas de bella factura.
Recordando trazados ya escalados volvimos a probar la vía del viento que esta vez, no hizo honor a su nombre y sólo nos acompañó una leve brisa mientras subíamos a la catedral, nos sentíamos ligeros, debe ser por lo liviana de la carga y así subiendo y cacharreando llegamos a la cima constatando nuevamente la buena salud de este emblemático roque que para muchos es casi un santuario. Desde su cumbre y como es menester oteamos el horizonte acordándonos de otra pequeña línea recomendada por un amigo, pero esta vez en otro roque de singular belleza, El Queso.
Hasta allí nos encaminamos buscando un trazado corto en recorrido, pero grande en alabanzas. Su nombre lo desconocemos, pero constatamos que eran dos largos de bonita factura protegidos por parabolt y con reuniones fijas.
Un primer largo cotado como V nos deja justo a la izquierda de una bonita placa de sexto grado por donde con más tiento que seguros y huyendo de la placa pues no era día de colocar dedos entumecidos por el frío en las pequeñas regletas salimos a una cumbre huérfana de viento, pero alegre en sol. Como siempre, arriba observando lo que ya habíamos intuido, la conversación se tornaba lógica en estas lides, seguro que la fisura está abierta y tiene muy buena pinta, hay que venir con la metralla grande para arrastrase por sus límites a ver con qué nos obsequia.
Ya abajo, habíamos tenido un primer encontronazo mental con la susodicha, la vía va por la placa… ya ya, pero y cacharros para la fisura no hay no? Déjame el azul por si acaso… Para qué? Te lo quieres llevar a bailar porque es lo único que hará ahí dentro o es que no lo ves.
Como siempre se dice, cada vez que se sube allá arriba, tenemos que volver con los juguetes grandes, unos nuestros y otros prestados para así poder rendir el digno homenaje que este paisaje se merece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario