Mirando un poco hacia atrás, comentamos nuestra curiosidad
sobre los últimos Piolet de Oro y siguiendo en esa línea, al tiempo que
sucumbimos a “Escaladores por la libertad”
de Bernadette Mcdonald, también lo hicimos por éste otro El Maharajá Chino de
Voytek Kurtyka.
Kurtyka nos invita a viajar, pero a su interior, para
mostrarnos a tumba abierta como se suele decir, sus deseos, sus miedos, sus
anhelos, todo ello dando forma a una vía y a un tipo de escalada concreto, el solo integral.
El protagonista nos disecciona su alma y sus pensamientos
cambiando de registro como si de universos paralelos se tratase. Salpicado de
vivencias y de realidades tanto como de
temores nos hace participes de un viaje a su interior.
Como muy bien se especifica en su contraportada no es la
típica descripción de la vía con sus agarres, sus pasos claves y sus zonas de
descanso. En este caso va más allá ahondando en su yo interior, su paz truncada
por el extraño e incontrolable deseo de ascenderla y su miedo a no poder, a
caer, además de analizar su entorno y la influencia que este le provoca, todo
ello combinado con pinceladas de realidad cotidiana.
Un poco más denso a la hora de leer que el anteriormente
comentado (Escaladores por la libertad) hay que saber zambullirse en los
pensamientos de Voytek donde usando como hilo conductor una vía de escalada situada
en una escuela polaca conocida popularmente como “Bolecho” se enfrenta a su
pasión y muchas veces a su obsesión, todo ello cual guion de cine.
Penetrar en las causas de nuestras pasiones y en los riesgos
y consecuencias que pueden acarrear es un ejercicio sano, pero complicado.
Voytek intenta desnudarse así mismo para poder ascender ligero como el viento.
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