Navidad, navidad.

Inexorablemente diciembre nos atrapa y nos arroja hacia un nuevo año. Es tiempo de hacer balance del año que termina y mirar con cierta lucidez las expectativas que nos ofrece el año que en breve va a comenzar.

Ni bueno, ni malo, quizás podría haber sido mejor, pero claro también podía haber sido muchísimo peor, así, que mejor no quejarse.

En este año que agoniza se han quedado muchos proyectos pendientes. Unos por tiempo, otros por ganas, otros incluso por desgana y unos pocos porque creemos sinceramente que la situación no es la propicia. Esos, los hemos aparcado casi definitivamente.

El año que va a comenzar trae inexorablemente nuevas ideas en cuanto a proyectos e incluso en cuanto a cómo mirar la escalada. Cosas que hay en mente que esperemos poder llevar a cabo. El resto importa poco, la verdad.

Felicitar a los compañeros que han estado ahí todo el año, apoyando, aconsejando e incluso cuando lo creían oportuno discutiendo y reprendiendo.

Hemos conocido gente nueva que nos ha calado hondo. También y muy a nuestro pesar, hemos dejado irse a otras, porque tocaban los principios básicos por los cuales nos regimos, pero bueno, es la vida.

La montaña seguirá estando ahí, con federaciones o sin ellas, con redes sociales o como en antaño, sin la vorágine informativa y fotográfica que hoy lo acapara todo, con gente de mente abierta o cerrada, con sol o con lluvia, con frío o con calor, con la honestidad de quien la disfrutan y claro, sin ella, también. Con quienes la protegen honestamente y con quienes la necesitan y usan como instrumento de trabajo. Esperamos que todos juntos podamos disfrutarla, cuidarla y sentirla nuestra.

Desde esta pequeña ventana y como cada navidad para todos ellos nuestros mejores deseos para el año que comienza. ¡¡Aupaaaa!!

Porque la vida, sin amigos, es menos vida